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E o OCTAVA ESTACION. Hasta la otra ciento setentay un pasos. Aquí habló á las hijas de Jerusalén, Hijas de Jerusalén , que mis penas lamentars, mejor será si llorais vuestros pecados tambien. OFRECIMIENTO. Dulcísimo Jesus! Con cuánta caridad nos enseñais el camino de la gloria , dándonos doctrina con vuestro ejemplo , para que lleve- mos gustosos la Cruz de la morti- ficacion, y enseñándonos con vues- pue”

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