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Serafico. nole queda otro recurso á que apelar, y quitandole la confianza, le pone en ocasion de que busque lo necesario por otro camino, valiendose de medios 4caso menos decentes, y nada conformes á nuestro Sagrado Instituto: de todo esto dará cuenta á Dios el oficial, particular- mente si el necesitado fuere enfermo, ó anciano; pues con estosy otros semejan- tes no se entienden las leyes del rigor, y deben ser preferidos á los demas, se- gun Dios, y toda buena razon. No de- ben examinar la necesidad, si es verda- dera, Ó no: ni tampoco si traen, ó no licencia del Prelado; pues tales repa- ros, es bien, los haga con sigo, y no con los otros. Muchos hacen escrupulo de dár áun Religioso un par de huevos; y no lo hacen de tanto como por-su des” cuido se pierde en la Cocina. Ni basta el pretexto de que se valen algunos Co- cineros poco Religiosos, y menos caris tativos; diciendo, que asi se introducen desordenes, y que todos se harán deli- cados. «Bastale al pobre Religioso la verguenza, que le. cuesta el pedirlo; y crea, que sin necesidad no lo- hiciera, Otros suelen poner por Capa de su flo» gedad, la santa Pobreza... Otros la obe- s Da dien-

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