BCCPAM0001142-4-0400000000000

iii XXXI53 do ¡6 Dios mio! nos llevais '4 la aflic- cion , por medio de unos dias llenos de serenidad y de alegria. | - Pero ocultemos todavía por un corto tiempo este triste espectáculo: el amor que los Reyes Padres se profesaban entre sí, igualmente que al Estado, nacía de unos corazones en los que las obligaciones son como natural inclinacion. Cuanto mas adheridos se nos mostraban, mas cuida= han de que no fuese despreciada su au- toridad Real , y respetandola ellos mis- mos la hacian mas digna de respeto: ¡Qué -circunspeccion y magestad mani. festaban en las ceremonias públicas! Los Grandes muchas veces miran su nacimien- to como una prerrogativa, que autoriza en ellos las desateneiones, y miran los respetos. públicos con que se tratan los demás hombres entre sí, como impro=. pios entre los de su clase; y persuadi- dos á que nada deben á los hombres, creen tambien que nada se deben á sí mismos. - ps | É 7) - ¿Viójamás la España otros Reyes, que mantubiesen con mas decencia y dignis dad la elevacion de su nacimiento? Por mas que se hubiesen mudado las costum= bres, por mas que el siglo no conociese yá la antigua gravedad de nuestros Pa- cv dres

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz