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di XXIV nos tinos Soberanos parécidos' á ellas? ¿Qué cosa puede haber de mas honor ara la grandeza qué la afabilidad? Los cis son poderosos para ser buenos. Deben su poder , y su grandeza á nues- tras necesidades; y si en la tierra no hu- biera flacos é infelices , el Cielo no les hubiera hecho Soberanos. : De este modo desempeñaron los Re- yes Padres todas las obligaciones de su clase ¿ amados, y alabados mutuamente, Hamados bienaventurados por sus vasa= Hos , por sus hijos , y por los que dedi- eados á servirles , les habian amado siem- ps como 4 Padres. Ahora bien; ¿no tu- be yo razon para lamentarme al prin- eipio del discurso, y exclamar con el Profeta Jeremias , que «habia faltado la alegria de nuestro corazon, que se habia convertido en llanto nuestra música; , que habia caído á tierra la Rue > de nues- tra cabeza , al recibir das 'infaustas no- ticias del fallecimiento de los Reyes Pa-= dres? Me resta mostrar en la ségunda parte, que la magestad , el agrado, la piedad sólida y constante de estos Reyes, - y.su amor al Soberano reynante, al es- tado, y á- los Españoles, les han eleyas do á ser el honor de nuestro siglo, y de los siglos posteriores. | “Los . ADS