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as E nr ia “If cordadas cenizas de la adorada Reyna, que nuestros ojos han visto morir, y que era nuestra mas dulce esperanza, y en donde quanto ha tenido de magnífico la tierra ya no es mas que polvo! Que espectáculo este aun para los ojos de la carne! Mucho tiempo: habia que no le perdian- de vista los Reyes Padres. Parece que solamente sobrevivie- ron 4 las terribles calamidades de la Casa Real, para esperar la muerte con mas e y disponerse á- ella con mas «cerca la inanidad, la ao de todas las cosas, y nada tubie- ron por digno de su corazon, sino lo pa era digno de la inmortalidad. No temamos pues mezclar con las oraciones de la: Iglesia, y con la so- lemnidad de los Santos Misterios unas alabanzas que son de mucho honor pa- sa la misma Iglesia, y de las que sola- mente debe avergonzarse el vició: somos deudores de estas alabanzas al amor de los pueblos que las publican , al luto de Roma y de toda nuestra Nacion que los echan menos , al amargo dolor de su.Augusto Hijo y de su tierna familia 1e los lloran, 4 las lágrimas de una asa afligida , enla que siempre se por- pros nas como Padres que como Seño- isa ros;

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