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62 EJERCICIOS ESPIRITUALES. ní el peligro, ni la persecucion, ni el cuchillo te apar- tarán del amor de Jesucristo , cuando te apartan del Se- for unas bagatelas que no merecen la pena de nom- brarse? ¡Cómo podrás afirmar con el mismo Santo, que ni la muerte ni la vida, ni los Angeles ni los Principa- dos, ni las Virtudes, ni lo presente, mi lo futuro, ni lo alto ni lo bajo, ni otra criatura alguna te podrá separar de la caridad de Dios, que es en Jesucristo Señor nues- tro? ¡Oh alma grande, alma admirable la de aquel Santo Apóstol, que despues de haber sido un perseguidor de Jesucristo, llegó á ser tan fiel amante de Jesucristo! ¿No soy yo de la misma naturaleza que era el Santo? ¿No tengo la misma religion que el Santo tenia? ¿Su Dios no es mi Dios? ¿Su fé no es la mia? ¿Las gracias divinas no se me ofrecen? ¿Dios no me lama? Sí, alma mia, todo es verdad. Tienes la misma fé que el Apóstol, la misma religion, el mismo Dios, y Dios te manda que le ames. ¿Qué falta? Nada mas que uná resolucion vigorosa, firme, constante: una determinación resuelta de amarle con todo el corazon, con todas las fuerzas , con toda la vo- luntad. Pues Dios mio, yo quiero tener esta resolucion, yo la deseo, yo os la pido: concedédmela por los méritos de mi señor Jesucristo; para que yo me emplee en amas ros elernamente en la vida, en la muérte, y en la bien- aventuranza. Así sea.
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