BCCPAM0001138-1-2900000000000

60 EJERCICIOS ESPIRITUALES. ellas?... El amor se conoce por las obras: ¿Cuáles son las. vuestras para demostrar el amor?.... ¿Cuántas provin- cias anduvieron los Apóstoles para predicar el Evangelio de aquel Dios á quien amaban?.... ¿Cuántas fatigas los confesores porque amaban?.... ¿Cuántos tormentos pa- decieron los mártires porque amaban?.... ¿Cuántas lu- chas las vírgenes en defensa de la pureza porque ama- ban?.... ¿Cuántos trabajos todos los predestinados, por no perder la gracia de aquel Dios á quien amaban... ¿Y qué presentais vosotras para prueba de vuestro amor?... ¡Oh cuántas veces un puntillo, una vanidad, un peque- ño disgusto os resfria, disminuye y aparta del amor de Dios! ¡Oh qué grande confusion! ¿Cuánto hacen y pa- decen los del mundo por una hermosura temporal y pe- recedera? ¿Y nada haremos nosotros por una eterna hermosura? Confundámonos delante de Dios, y exami- némonos muy bien del poco amor que le tenemos. MEDITACIÓN SEGUNDA. Como Dios ha de ser amado por ser centro de nuestra alma. Considera, alma mia, cómo todas las cosas apetecen naturalmente su centro y dese an su perfeccion y su fin, en el cual descansan y.se aquietan. La piedra apetece su centro natural, y p or eso desciende. Los rios corren hácia el mar de donde salieron, y adonde con grande rapidéz se van acercando para llegar á su propio lugar. El fuego sube con ligereza á su esfera, y no pára hasta llegar á su fin. ¿Y tú, alma mia, á qué fin cami- nas? ¡Oh, Criador de nuestras almas! ¡Oh principio y fin de nuestras almas! Nos criaste para tí, y nuestro co- razon estará inquieto mientras no descanse en tí. No se aquieta mi alma con las riquezas, no con las honras y los deleites, no con los empleos y dignidades, no con las conquistas de los reinos y los imperios; todo esto deja

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz