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DIA PRIMERO. 47 rable conque están destinadas todas las horas del dia y de la noche para emplearlas segun el instituto que he- mos abrazado: el buen ejemplo de las otras Religiosas: los consejos que nos suministran los buenos libros : la presencia de los santos altares : el silencio evangélico y monástico, que tanto respeto y veneracion infunde: todo éste cámulo inmenso de gracias de Dios, de ilustracio- nes de Dios, y de beneficios de Dios, mos HMeva á Dios por medio de los actos virtuosos de nuestras potencias, empleándolas en creer, esperar, amar, temer, bende- cir, alabar, obedecer y glorificar á Dios. ¡Qué vida tan felíz! ¡Qué empleo tan digno de un alma racional, que arrojándose debidamente en los brazos de la divina Pro- videncia, no obra en si, sino en Dios, no vive para si, sino para Diós; y llega hasta aquel estado dichoso en que se hallaba San Pablo cuando decia: Vivo eyo, sed non ego: vivit:véro in me Christus! ¡Qué desgracia tan digna de lorarse con lágrimas de sangre seria , si se hallasen Religiosas que olvidadas de esta grande obligacion, no solo no ofreciesen á Dios las obras por su objeto indiferentes, como el comer, pasear dormir, hacer labor y otras semejantes, las que todas deben dirigirse á Dios por un espíritu de verdadera reli- gion; y ¿on un fin y modo virtuoso; sino que las obras por su objeto mas venerables y santas las hiciesen con un espíritu disipado, sin atencion, sin reflexionar lo que hacian, ni elevar su corazon á Dios delante de quien es- taban! ¡Qué objeto tan aborrecible delante de Dios seria una Religiosa que estando con el cuerpo en el coro, se hallase voluntaria y advertidamente con el corazon en el mundo: y que concurriendo á la oracion de comunidad, buscase pretextos para huir de ella, amando mas las conversaciones de los seglares en la reja ó locutorio, que las del Señor Dios en el retiro del coro ó de su celda! ¡Cuánto desagradarian á Dios aquellas Religiosas, que abusando del sacramento de la Penitencia, empleasen el tiempo que debian gastar en el dolor y lágrimas en