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46 EJERCICIOS ESPIRITUALES. todo el corazon, con toda la voluntad, con toda el alma: como un Dios legislador, que quitre obedezcamos sus le- yes, creamos sus verdades, temamos sus castigos, y es- peremos sus premios. Ved ahí, señoras, cómo estas dos puras antorchas, la razon humana y la fé divina, nos demuestran el camino de conocer á Dios, y darle honor, culto y reverencia con nuestros pensamientos, palabras y obras, dirigiéndole nuestro corazon con el amor mas puro 4.su bondad; sacrificando nuestro entendimiento en obsequio de aquellos adorables misterios que nos re- vela; acordándonos con frecuencia de sus beneficios; humillándonos en su presencia á la vista de nuestra de- bilidad y. sus magníficas obras; pidiéndole perdon de nuestras ingratitudes, y deseando cuanto esté de nues- tra parte, el promover su gloria, aumentar su fé, recibir sus sacramentos, y desear que todas las criaturas le co+ nozcan, le amen y le óbedezcan. Por esta eausa el grande Apóstol San Pablo nos encarga á todos que ofrez- camos á Dios nuestro Señor, y 4 su mayor honra y glo- ria, hasta las acciones por su objeto mas indiferentes: sea que comais, sea que bebais, decia el Santo, hacedio todo. 4 mayor gloria de Dios. Tal es la doctrina que daba el grande Apóstol á todos los fieles, la que las pgrsonas religiosas tenemos mayor obligacion de observar, dirigiendo á Dios nuestro Señor todos nuestros pensamientos, palabras y obras con espí- rita de verdadera religion, para que sean meritorias de vida eterna, obrándolo todo en gracia del Señor, y diri- giéndolo todo á la mayor gloria del Señor. Todas las ocupaciones monásticas nos están llevando como por la mano á esta primitiva obligacion. La frecuente oracion establecida en la comunidad: la casi contínua asistencia al coro para emplearnos en las divinas alabanzas : la re- cepcion de Jos santos sacramentos de la Penitencia Eucaristía: la frecuencia en el ejercicio saludable de la presencia de Dios para obrar virtuosamente las humildes acciones de las oficinas del convento: aquel órden admi-