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44 EJERCICIOS ESPIRITUALES. de religion, que constituye, adorna y hermosea un alma religiosa. , Vos, dulcísimo Jesús, y amable Redentor de nues- tras almas, haced que mis palabras lleguen al corazon de estas vuestras amadas esposas , para que fieles al be- neficio de su vocacion, cumplan con exactitud las gran- des obligaciones que han contraido por su estado reli- gioso. Esta gracia os pido, Señor, por la intercesion de María Santísima, vuestra purísima Madre y amparo nuestro; con cuyo patrocinio procuraré demostrar el asunto que acabo de proponer. Desde el felíz momento en que conducidas por la adorable Providencia del Señor entrásteis en este monas- terio, é hicísteis en él vuestra solemne profesion , des- pues de finalizado el año de vuestra probacion ó novi- ciado, se os contó con justa causa en el número de las Religiosas: desde entonces quedásteis anumeradas á esta venerable comunidad, y todo el mundo os reconoció por Religiosas, é hijas espirituales de vuestro Santo Funda- dor. Esto es todo lo que las gentes pensaban , todo lo que las gentes veian, y todo lo que juzgaban de vosotras. Pero sin tener el espíritu de verdaderas Religiosas, ¿bas- tarian esas demostraciones exteriores para teneros por tales delante de Dios? Vosotras sabeis que no. Muchas veces habreis reflexionado, que puede darse una Reli- giosa pobre por sus votos, y rica por sus deseos: obe- diente por su profesion, é insubordinada é indepen- diente por su terca voluntad: encerrada con el cuerpo en la clausura, y suelta en las potencias de su alma por ese mundo: pura por profesion; é incontinente por ma- licia. Todo esto, por desgracia, puede acontecer, y ese triste acontecimiento nos demostraria, que para tener el espíritu de verdaderas Religiosas; y serlo en realidad delante de Dios de cualquiera instituto y congregacion monástica que seais, es menester: lo primero, un espí- ritu de reliwion para con Dios: lossegundo, un espíritu de caridad para con el prójimo; lo tercero y último, un