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DIA PRIMERO. 41 dulzura! ¡Qué misericordia! Si no le amas por ella, alma mia, más dura eres que los pedernales y los bronces : El es tu refagio, tu amparo, tu fortaleza, tu única y ver- dadera felicidad. Abísmate en el infinito piólago de su bondad: arda tu corazon en la llama inmensa de su amor: abrásense tus entrafías en el inextinguible fuego de su eterna caridad: no descanses hasta descansar en El. Poco falta para llegar á este feliz y dichoso término. Tus hermanas, que habitaron tu misma celda, que vis- tieron tu mismo hábito, que concurrieron á tu mismo coro, llegaron ya, y recibieron su premio del Dios de bondad y misericordia; sigue Sus pasos, imita sus virtu- des, y alcanzarás las mismas recompensas. PLÁTICA SOBRE El ESTADO RELIGIOSO. — Tu qui es? ut responsum demus his qui masserunt nos. Joan. cap, 1. Nada extraño seria, venerables Religiosas, que yo os hablase hoy de la misma suerte que en su tiempo ha- blaron al Bautista varios personajes distinguidos de Je- rusalem. Al mirar en el Bautista una vida extraordinaria, un vestido asperísimo, una comida insípida y escasa, unas costumbres rígidas y austeras, Y una conducta más angélica que humana: al oirle predicar penitencia en remision de los pecados, abrasado en el celo de la glo- ria de Dios y salvacion de las almas, sin aceptacion de personas, sin distincion de lugares, á los Reyes y á los vasallos: en el campo, en los rios y en los pueblos: al escucharle dar un ilustre testimonio de Jesucristo, de-
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