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40 EJERCICIOS ESPIRITUALES. noceros, espero veros, y quiero amaros. Quiero, Señor, dirigir á Vos mi amor, porque sois el orígen, el manan- tial inagotable de todo el bien que he amado indebida- mente en las criaturas. Si hasta el presente no he com- prendido esta verdad con la perfeccion y claridad que ahora la veo, yo me avergúvenzo y confundo de mi ex- traña ceguedad. A Vos, Señor y Dios amable , que sois sumo bien y verdadera bondad, debo y quiero amar; pues sois todo bueno, sois centro de mi alma, fin de mis deseos, descanso de mi corazon , y el completo bien de mi voluntad. Vos sois esencialmente bueno, y toda otra bondad no merece el que yo emplee en ella mi amor. ¡Oh, cuán innrensa es, Señor, vuestra bondad ! No sois aceptador de personas, y socorreis con magnificencia en vuestras misericordias á cuantos afligidos acuden á bus- carlas: el pobre y el rico, el esclavo y el libre, el pode- roso y el mendigo, el nacional y el extranjero todos os «encuentran si os llaman: sois padre para recibirlos, pro- tector para defenderlos, y madre para acariciarlos. La Magdalena os encuentra en un convite, Zaqueo os vé desde un árbol, el publicano en el templo, el paralítico en la piscina, la samaritana en el pozo, la adúltera en el tribunal, y el buen ladron en la cruz. ¿Dónde, alma mia, dónde no hallarás la bondad benéfica de tu Dios si de veras la procnras? San Pedro la encontró en la cár- cel, San Pablo en el campo, los Apóstoles en el mar, el Bautista en el rio, Tobías en el destierro, Abraham en el monte, Moisés en cl desierto, Ester en el palacio, Ju- dith en el ejército, y Daniel en el lago de los leones. Calla, alma mia, no hables de la bondad infinita de tu Dios, si alguna vez de corazon le buscaste sin fruto y sin provecho. ¡Pero ay! El mismo Señor es quien te busca, el mismo es quien te llama; su bondad llega hasta el exceso de salir al encuentro á los que de El se apartan, á los que se extravían, á los que huyen. ¿No le veis car- gado con aquella ovejuela traviesa, descarriada, y per- dida del rebaño de Israel? ¡Qué pastor tan amable! ¡Qué

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