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Já EJERCICIOS ESPIRITUALES. DIA PRIMERO POR LA TARDE. MEDITACIÓN PRIMERA que debemos poner nuestro Jin en Dios. Considera, alma mía, que aunque todas las criatu- ras te muestran á Dios, y todas te encaminan y llevan á Dios, debes vivir muy advertida de no poner tu fin en las criaturas, sino en Dios: usando solo de las criaturas, y amándolas, como mediós que te enseñan á buscar J amar á Dios. ¡Desgraciado el hombre que no amase Dios por sí mismo, sino por el interés que á él le resul- taba de este amor! No amaria un hijo á un padre, si solamente por la rica herencia que de él esperaba le obedeciese y amase: faltándole la esperanza de enrique- cerse, nada se le daria de los preceptos del padre á este mal hijo, y no le miraria con aquel respeto y amor que la razon y la fé le están dictando. No, alma mia, no hagas á tu Dios esa notable injuria de amar sus dones, mas que á El mismo. Ama al Señor puramente, ardien- temente, y dile con toda la sinceridad y verdad de tus potencias, que le amas á El solo todo cuanto puedes amarle. y que aun así estás descontenta de tí misma por' lo poco que le amas. Dile que si por caso imposible pudiera estar en la Gloria, gozando de la vista de su divina esencia, teniéndole ofendido; ó arder en el in- fierno sufriendo las penas de los condenados : estando El bien contigo, mas quisieras ser atormentado en el abis- mo teniendo su divina gracia, que gozar de su Gloria con su ofensa. Mi gloria es teneros contento, y mi in- fierno estar Vos de mí ofendido: concededme , Señor,

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