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DIA PRIMERO. 33 sericordias, tan olvidada por otra de sus piedades, y tan sumergida en los desórdenes mas feos. Temblad , vene- rables Religiosas, de una situacion tan triste. Lamen- tad un estado tan deplorable, y renovadas en el fervor de vuestros principios en la vida monástica, tratad séria y eficazmente de resolveros á ser fieles á la gracia de vuestra vocacion, porque en todas partes hay el riesgo de perderse. Los Angeles no estuvieron seguros en el Cielo: el ma) ejemplo de Luzbél derribó de aquella eter- na mansion de paz á innumerables espíritus. La se- dicion de la serpiente antigua desterró del paraiso á nuestros primeros padres. No es el monasterio mas pri- vilegiado que el paraiso: no está mas exento de caidas que el Cielo. Temblad , digo otra vez, y este temor san- to sea principio de vuestra temporal y eterna felicidad, que yo os deseo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amen.

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