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32 EJERCICIOS ESPIRITUALES. Pero aquí, Señoras, dentro del claustro religioso, ignoradas del mundo, olvidadas del mundo, y muertas al mundo, podeis y.debeis ser todas suyas, sin reserva alguna: vuestro ¡cuerpo con todos sus sentidos debe ser consagrado para solo el divino Esposo de vuestras almas. Estas por el voto de la obediencia, solo deben querer con- formarse á la voluntad de Dios intimada por la Pre- lada. Todos vuestros apetitos y deseos de tener, poseer y usar con dominio de las riquezas de la tierra, deben estar crucificados con el voto de pobreza evangélica; de modo que podais decir con David: ¿Quid mili est in celo, et á te quid volui super terram, Deus cordis met, et pars mea Deus in eternum? ¡Qué apetezco yo en el Cielo, ni qué busco yo en la tierra, sino á vos, Dios mio de mi co- razon, y único tesoro mio? Estos son los afectos santos que exige de vosotras la gracia de consagracion que ha- beis recibido del Señor; y seríais las criaturas mas dig- nas de reprension de cuantas pueblan la tierra, si ol. vidadas del beneficio de la vocacion, que Dios no con= cedió á tantas naciones, á tantas provincias, y á tantas personas, no se lo agradeciérais y siguiérais fervorosas De el camino que os señaló su divina providencia : si no aciendo caso del beneficio de la preservación , deseais aun los peligros de las amistades del siglo, los riesgos de las conversaciones del' siglo, los tropiezos de las visitas del siglo, y fastidiadas de las luces claras de la vida reli- giosa apeteceis las tinieblas de la vida secular. ¡Oh Dios inmortal! ¿Qué-castigo seria suficiente á una Religiosa, que ingrata al beneficio de la consagracion, volviese las espaldas á su amable esposo Jesús, y viviese sin arreglo, sin subordinacion, y sin pureza? Hecha objeto abomina- ble á Dios y á los Angeles, apareceria en su presencia como el horror del Cielo, como el colmo de la maldad en la tierra, y como la esclava mas vil de cuantas gimen en las pesadas y eternas cadenas del infierno. Necesaria- mente se encenderia la cólera del Omnipoténte contra una alma tan colmada por una parte de las divinas mi-