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352 EJERCICIOS ESPIRITUALES. lena de confusion y sin atreverse á levantár los ojos de- lante del trono de Dios, que la examina sobre el benefi cio de su vocacion, sobre las oblivaciones de su estado, sobre los medios que se la dieron para cumplir sus obli- gaciones, y sobre el abuso criminal que de ellos hizo. Ved ahí, Señoras, cuatro cargos formidables que nuestro eterno Dios hará en su juicio á la Religiosa: veamos lo que podrá responder. Primero. El prime” cargo que el Señor hará á una alma reli- giosa será el beneficio de su vocacion. Dios descubrirá entónces á la a:ma los secretos de su adorable providen- cia, y la direccion que les daba para su santificacion: como habia previsto su existencia desde ántes de tódos -0s siglos:como la habia destinado para asociarla á su escogido pueblo: como no sé satisfizo su eterno amor con haberla criado en medio del cristianismo, pudiendo ha- berla sacado de la nada como á otras innumerables en lo mas remoto y apartado da la fé: como desde sus mas tiernos años la inspiró el disgusto del mundo, y le dió aquella provechosa aversion á sus placeres empenzoñados y malignos, iluminando su entendimiento para que co- nociese sus peligros, detestase sus falsas máximas, y no siguiese sus estilos y malas costumbres: como la destinó padres virtuosos que la instruyeseñ en los misterios de la religion de Jesucristo, que la moviesen con buenos ejemplos á la observancia de los preceptos y consejos del Evangelio, que velasen sobre su conducta, para que las malas compañías no la extraviasen, ni precipitasen en la pérdida de su'inocencia, y así la conservasen pura, para que el Dios de la pureza la eligiese yor esposa, la colocase en su propia casa, y la llenase de bendiciones, de gracias y misericordias: Redde rationem villicatio- nis tue, dirá el Señor (1), dame, alma, cuenta del be- (1) Lup. cap. 18,

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