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20) EJERCICIOS ESPIRITUALES. esto hizo, porque el Aytor de la hermosura lo pinta todo. ¡Ob cuál debe ser la providencia de aquel que á tanta multitud de cosas provee tam por extenso, como si para una sola fuese Dios! ¿De dónde se sacan los matices de las yerbas, la dulzura de los frutos, las pinturas de lasaves, y hermosura del mundo? ¡Oh cuán poderoso debe ser el que de nada hizo esto, y cuán sabio el que dió tan di- versas astucias á los animales, tantas propiedades á las raices, tantas virtudes á las yerbas, y tan varios inge- nios á los hombres! Lo cual todo junto en su comparacion es como si no fuese. Levántate, puts, alma mia, abre los ojos y despierta, y si no ves la virtud divina que obra estas cosas, mira las obras, pues ellas manifiestan al que las hizo, para que sea conocido el que no puede ser com- prendido. Por amor de esto dijiste tú, Señor, á unos cie- gos, que teniéndote delante no te conocian : si á mí no me creis, creed á mis obras. Ellas decian quien tú eras, si tuvieran ojos los que las veian para considerarlas: asi como fuera imposible que las consideráran y no te cono- cieran, tampoco fuera posible conocerte, y dejar de amarte. ¡Ay, alma mia! tarde ves estas obras maravillo- sas del Altísimo que tenias sin verlastan á la vista. ¡Qué ceguedad, mi Dios, tan lamentable! Pero gracias á tus piedades que ya empiezo á verlas: ya empiezo á consi- derarlas: ya empiezo á caminár á ti por amor. Ellas me enseñan esta ciencia, yo quiero ejercitarme en ella hasta salir tan aprovechada y perfecta, que merezca oir las dulcísimas palabras de mi amable Jesús: perdonados le son muchos pecados, porque me amó mucho.

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