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DIA NOVENO: 341 rable. Lejos de temer la separacion de su alma y de su cuerpo la buena Religiosa, la deseará como San Pablo, porque el testimonio de su conciencia la tranquilizará: Cupio disolvi, eb esse cum Christo. Venid, Señor, dirá, y no querais tardar. Mi corazon está preparado, y mucho tiempo: há que está suspirando por Vos. Los-justos me aguardan, los Angeles me esperan para cantar con ellos eternamente vuestras misericordias. ¡Oh qué bien le so- narán á esta alma en aquel último momento las dulcísi- mas palabras que la Santa Iglesia tiene determinadas para El! Proficiscere anima cristiana de hoc mundo; sal, alma cristiana, de este mundo. Pasa de la pelea al triunfo, del trabajo al descanso, de la miseria á la abun- dancia, de un valle de lágrimas á un paraiso de delicias, de la tierra al Cielo. Qué fortalecida se verá la buena le- ligiosa con los méritos de Jesucristo, con el amparo de María Santísima, con la proteccion de los Santos, con la compañía de los Angeles, con las oraciones de la Iglesia y los ruegos de sus hermanas. Proficiscere: parte, alma, de este mundo en el nombre del padre que te crió, en el nombre de Jesucristo que te redimió, en el nombre del Espíritu Santo que te santificó. Hoy sea tu descanso en la Jerusalem Celestial, y veas á Dios por siglos eternos. Jesús, dirá la buena Religiosa, espirando, Jesús es mi amparo, Jesús es mi gloria, y en sus manos queda se- guro mi espiritu para siempre. ¡Oh muerte buena! ¡Oh muerte mas que buena! ¡Muerte felicísima, preciosísima, santísima! ¡Oh qué bien lo pasan en ella los que temen y aman á Dios! ¡Ob si mi alma muriera con la muerte de los justos! ¡ Pero ay! ¿Cómo podremos pretender su muerte, si no imita- mos su vida? ¿Qué encanto alurina nuestro entendimien- to y endurece nuestro corazon, para que no vivamos como ellos, y para que no hagamos lo que quisiéramos haber hecho en la hora de nuestra muerte! Esta se acer- ca, nuestros dias se acaban, y solo nos resta el sepulcro. Determinémonos, venerables Religiosas, 4 legrar una 23