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DIA NOVENO. 329 todos los pecados. Ama, alma mia, y verás cuán suave es el Señor, y cuán ligero el yugo de su ley. Bendigote, pues, ¡oh Dios padre de nuestro Señor Jesucristo! padre de misericordias y Dios de toda consolacion, que nos conso- lais con vuestro santo amor en todas nuestras tribulacio- nes, Con la gracia que se nos dá por Jesucristo promete- mos amaros ú¿nicamente, fervorosamente, perpélua y eternamente. No permitais, Señor, que el amor desorde- nado de las criaturas nos prive, ni disminuya el amor que solo á Vos debemos. Esta sea nuestra eficáz resolu- cion hasta el último momento de nuestra vida, PLÁTICA SOBRE LA MUERTE DE LA BUENA Y MALA RELIGIOSA. Omnes morimur, et quasi aque dilabimur in terram, ' 2. Reg. 14, v. 14. Todos moriremos; y como las rápidas corrientes de las aguas caminan á sepultarse en el mar, caminamos todos al sepulcro. Estas son las palabras que dijo la discreta é industriosa Tecuitis al Rey David pidiéndole el perdon para el Infante Absalon. Palabras que cada dia nos en- seña su verdad la misma experiencia. Vemos morir á los Reyes y á los vasallos, á los Pontífices y á los Obispos, á los Cardenales y á los Príncipes, á los pobres y á los ri- cos, 4 los sabios y á los ignorantes, á log Religiosos y í los Seculares, á las mujeres del siglo y á las Religiosas: Omnes morimur. Si, Señoras, este decreto está dado por el mismo Dios: es irrevocable. Por el pécado de un hom. hre entró la muerte en, el mundo: todos pepamios, todo

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