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320 EJERCICIOS ESPIRITUALES. voluntad á ciertas vanidades y pequeñeces, harto mise- rables! ¡Cuántos en el puntillo del honor y de la propia reputacion! ¡Oh, cuánto disminuimos, señoras el amor de Dios por estas menudencias, cuando por desgracia no le desterremos por el excesivo apego del corazon á.ellas! ¡Oh, qué infelices seríamos si por no levantar Jos ojos al Cielo dejáramos de ver estas grandes verdades, y.de amar ardientemente y únicamente al Dios. que..nos crió! ¡Qué infelices seriamos si no le amáramos tambien continua. damente! Pero esta era la materia de la Tercera parte. ls una verdad de fé, venerables Religiosas, y que nos llena de inexplicable consuelo, que Dios nuestro Se- ñor.nos ama desde su misma eternidad. Ántes .de.criar el mundo, ántes de poner los fundamentos á la tierra, ni rodearla con los Cielos, ni alumbrarla con los astros del firmamento, ni regarla con los mares, los rios y las fuen- tes, ya. nos tenia en su divina: mente, ya nos amaba: despues que nos crió nos ama, y no dejará un momento de ¡marnos en cuanto- criaturas suyas; porque nada aborreció jamás de.cuanto sacó de la nada. ¿Podreis du- darlo, Señoras? Nos dá la vida del cuerpo porque nos ama, nos da la vida del alma porque nos ama, nos libra del in- fierno porque nos ama, nos ofrece el Cielo. porque, nos ama, nos dá su cuerpo, susangre, su alma su divinidad, y todos sus infinitos atributos porque nos:ama: quiere estar y estará siempre con nosotro3 hasta el fin y consu= mación de los siglos porque nos.ama. Digamos, sus mis- mas palabras llenas de 'amor: Za charitate perpetua di- lezi,te, údeo atrami te miserans tui (1) ¿A un amor tan eterno. de, parte de Dios no corresponderá un amor tem- poral, pero continuado de parte de nosotros? (1); Hieronim, cap, 31, v,:3.
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