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312 EJERCICIOS ESPÍRÍTUALES. mas útil, el mas provéchoso y el mas deseáble. Precepto no duro, no áspero, no dificil: precepto que no” manda que los padres y madres degúellen sus hijos, y los'ófrez- can en sacrificio á los ídolos, como antiguamente man- daban los demonios á los hombres que vivian ' ciegos en la infidelidad : precepto del Señor; que no nanda ir con los piés desnudos á los últimos términos dela tierra; ni ceñiirnos el cuerpo con cadenas de fierro, ni despedazarle con sangrientas disciplinas, ni extenúarle 'cón' rígidos ayunos: no manda afligirle con silicios espantosos, % de- bilitarle con prolongadas vigilias: nuéstros dolores, hwes- tras enfermedades, nuestra debilidad natural, ¡las obliga- ciones del estado y del oficio, y otros obstáculos que se presentarian, retardarian ó:impedirian totalmente' su cumplimiento; pero el precepto del Señor de que vengo á hablaros no puede hallar impedimento alguno; ni en la edad tierna, ni'en la edad robusta, ni en la: mas «avan- zada ancianidad: las ocupaciones no le estorban, el oficio ó empleo en que nos haya colocado la divina Providen- cia no le embarazan : es un precepto propio: para los Re- yes y vasallos, paralos pobres y los:ricós; para las reli- giosas y las casadas, para las doncellas y las viudas; para los Sacerdotes y los legos, para los religiosos y los mili- tares; en suma, es un precepto,el mas justo, el mas de- bido y el mas meritorio'phra toda'criatura racional. Ama- rás al Señor Dios tuyo. Éste es el precepto de Dios: el amor es el que exige de nosotros; y por él nos ofrece la vida eterna: éste es el agradecimiento que pide á todos los hombres por los innumerables beneficios que nos ha hecho, y si omitimos la observancia de este tan saluda- ble, tan dulce y tan propio mandamiento de un Dios, que es todo:amor, es menester contarnos entre los muer- tos sempiternos: Diliges Dominum Deum tuum. Si hiciéramos un recto uso de nuestra razon nos' pa - receria imposible que se hubiera Dios homanado tanto, que siendo quién es, y siendo nosotros lo que, somos nos hubiera mandado que le amásemos. El permitir que le

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