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DIA NOVENO. 311 zon, eon toda el alma, con toda voluntad y con todas mis fuerzas. Si me olvidáre de Vos, ¡oh Dios mio! diré con el Santo Rey David, sea dada mi diestra al olvido, y pé- guese mi. lengua á mi garganta. ¡Oh cuán bueno es el Dios de Israel, exclamaré, á los que son de un corazon recto! Quiero enfermar de amor. Quiero vivir solo para amar. Me complazco en poder convidar á los Cielos y la tierra, á los Angeles y los hombres, á un convite de amor. Venid criaturas todas cuantas habeis sido , sois y sereis en toda la carrera dilatada de los siglos, yo os digo re- sueltamente que deseo amará vuestro Dios y el mio, al único Ser eterno que á vosotras y á mí nos sacó de la nada; quiero amarle mas que todas las criaturas, 6 imíi- nitamente mas que le aman todas juutas. Quiero para prueba de este amor, renunciar todas las cosas transito- rias; quiero negar en todo mi propia voluntad, y si algo queda en mí que no ame á Dios, desde ahora para siem- pre lo aborrezco, lo detesto y arrojo de mí. No puedo, yo lo confieso, hacer eficaces:mis deseos por solas mis débi- les fuerzas; pero todo le es posible al creyente, al que es- pera y pide la divina gracia, y al que con ella cumpla el mandamiento de amar á Dios. PLÁTICA SOBRE EL AMOR DE DIOS. rl | Diliges Dominum Deum tuum. Luc. cap. 10. Si alguna vez, venerables Religiosas, habia yo de comparecer en vuestra presencia lleno de gozo espiritual y alegría santa, es seguramente en este momento en que yengo á hablar de un precepto de nuestro Dios el