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DIA OCTAVO. 299 lidades de la yida purgativa, son la ocupacion mas grata del amor incipiente, endulzadas, suavizadas y aligera- das por los consuelos, lágrimas, fervores y ternuras sen: sibles que comunica el Señor. Aquí teneis, venerables Religiosas, el espejo mas puro en que podreis miraros, para ver si el amor incipiente os acompañó en los primeros años de vuestra vida religiosa, y si éstos fueron los ejercicios y ocupaciones en la yida que llaman Jos místicos purgatiya. Vivid contentas con vuestro estado si en sus principios se parece á este retra- toque acabo de formar: alegraos, vuelvo á decir con el Apóstol San Pablo, en el Señor, y continuad trabajando en la perfeccion de vuestro espiritu con el amor prof- ciente, que es el segundo grado de los tres que vamos explicando. Despues que una alma ha luchado valerosamente contra las pasiones de su cuerpo con las armas de la santa penitencia, y ejercitando su espíritu en provechosas me- ditaciones de la muerte cierta que nos espera, de la in- certidumbre del tiempo en que ésta vendrá, y de la con- tingencia espantosa del estado en que nos puedesorpren- der; despues que se ha representado la rectitud, la justi- cia y la santidad con que hará Dios el exámen de nues- tros pensamientos, palabras y obras, y la sentencia irrevocable que sobre nosotros pronunciará, ya para pre- miar la virtud que practicamos ayudados de su gracia con la gloria eterna, ya para castigar el vicio con un in- fierno para siempre: despues de haber llorado «marga- mente sus culpas, y determinado ser fiel á las inspira- ciones de Dios, dá algunos pasos mas adelante, aunque sin dejar jamás este camino, y halla su corazon con un amor mas firme y mas constante, mas noble, massóbrio, prudente y racional, y se vá acostumbrando á obrar. la virtud con mayor solidéz y menor sensibilidad de los sentidos del cuerpo y de las afecciones terrenas, ¿No habeis visto, Señoras, las manos de un labrador, de un menestral ó de otro cualquiera hombre de los que