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DIA OCTAVO. 295 padres: pero esto se ha de entender sin perjuicio de la preferencia que pide el amor de Dios. El mismo Señor ex- cluye- «de gu escuela á los que aman á su padre yá su madre mas que á El: el mismo Señor nos aconseja: que las Religiosas:olviden su pueblo y la casa: de sus padres, no sea que la demasiada solicitud en preguntar por ellos, en escribires, en procurárles sus adelantamientos tem- porales, las.hagan perder el espiritu de recogimiento, las disipen: y distraigan, y las precipiten enc alguna grave inobservancia. ó- en quebrantar algun precepto de su santa: regla. Nose prohibe á las Religiosas entristecerse moderadamente en los infortunios y desgracias de sus padres: y 'parientes,: ni el alegrarse en sus felicidades, siempre que esta alegría ó tristeza 'sea moderada y en todo conforme á la voluntad de Dios. Tambien-decimos que el amor á lo queagrada al sen- tido noes suficiente para tan alto destino. Este consiste en cierta complacentia y fruicion con que los sentidos del. cuerpo «se complacen y naturalmente se deleitan en gozar los objetos que les corresponden: los: ojos en mirar las estrellas del Cielo, las flores del campo y las demás ctiatúras visibles; los oidos en:oir la armonía de una muú- sica bien concertada; el paladar en percibir el sabor: de uná cosa dulce y bién sazonada, y. 4 este modo en los de- más sentidos del cuerpo. Este amores de suyo indife- rente, y se puede usar de él viciosa y virtuosamente. Si miramos por ejemplo la hermosura del «sol, y la gran- deza: de los Cielos, y. pasamos de ese conocimiento al del Criador para confesar su omnipotencia, alabar su sabi- duría y agradecer sus beneficios: ved ahí un amor vir- tuoso que nos hace: subir como por escalones desde la vista de las criaturas á la del hacedor de todas ellas; pero ese mismo placer de los sentidos se hará: pecaminoso, si no le dirigimos á un fin honesto y virtuoso, y si nos pone en peligro de ofender á Dios, por la cercania afinidad ó parentesco, digámoslo así, que tiene con el torpe deleite, y de este principio dimana aquel grande cuidado que log

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