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DIA. OCTAVO. 289 MEDITACION SEGUNDA. 40 da vol Que debemos amar á, Dios por los, bienes que nos promete. Considera, alma mia, que siendo, Dios un. ser.eterno, inmenso 6 infinito en perfecciones, santisimo, hermosíi- simo y sapientisimo, y: tújuna criatura. pobre y misera- ble por tí misma, y que si hay, algo bueno. en, ties dádi- va. y, misericordia suya, te, hubiera favorecido mucho.con solo permitir que le amáras; pero que lNegue á tanto, su bondad, que como si lo necesitára te mande amarle; y que te mande amarle á él solo, y con todo el corazon, con todas las fuerzas y,con toda la. voluntad; y que te ofrez- ca por amarle un premio tan grande, fan permanente, tan divino, que ni los ojos vieron, jamás tál..hermosura, ni los oidos lo oyeron, ni, en el corazon del .hombre se excitaron deseos que llegasen á comprender, tanto, bien, ¡oh, alma mia! ¿entiendes.esto? ¿No es. bastante premio el amor del. amor mismo? ¿Hay cosa mas amable, que el amor? ¿No es lo mas deseable de todo lo. que. se puede desear? ¿No es lo mas hermoso, lo mas rico, lo mas suaye y deleitable? ¿Qué, razon, de premio hay, en el amor? ¿Qué trabajos, qué molestias, qué dificultades, qué. sin- sabores, qué penas hay en el amor? Cosa marayillosa, y que causa grande y estupenda admiracion á cuantos la, consideran: el Señor Dios manda amar dándonos el amor como una gracia suya, y premiando en nosotros esta gracia suya con otra nueva gracia que es el ofrecimien- to de su gloria. ¿Hasta dónde llega, ¡oh mi Dios!, vuestra infinita magnificencia? ¿Quién vió jamás que un hom- bre rico, un poderoso, un Príncipe sentase, á, la, mesa, 4 un mendigo y hambriento, y poniéndole delante precio- sos y sabrosísimos manjáres, le ofreciese grandes premios porque los comiese? ¿A qué sediento se le sienta en,.el trono porque beba? ¿Es pequeña caridad dar de comer al
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