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DIA OCTAVO: 285 Mira cuánta multitud de personas nacieron ciegás, ó perdieron despues desnacidas la vista por alguna fatali- dad. Ellas no ven la hermosa luz del dia, ni dos Cielos, ni la luna, ni las estrellas, ni la tierra, ni los rios, mí los mares, ni los: peces; aves, animales y frutos del dampo: una ¡oscuridad contínua los.rodea, una perpétua noche los acompaña: las tinieblas son su posesion. ¿Cuánto die- ran por tener vista? ¿Cuántas alabanzas dieran al Cria- dor al ver los diversos, colores de las flores,:la altura de los árboles, el verdor de.Jos prados, la. limpieza del agua y. la. hermosura de las. personas? ¡ Ay! Hasta el mismó Santo Tobías decia: ¿cómo'me puedo alegrar si no veo la luz del Cielo, y estoy sentado en las tinieblas? ¿Pude yo nacer ciego? Si. ¿Pude perderla, vista aunque la hubiera tenido¡algunos años? Sí. ¿Y quién me la ha dado? Dios. ¿Quién me la ha conservado y consérva hasta. este dia? Dios. ¡Y qué! ¿No seré yo agradecido á un favor tan sin=- gular que no ha hecho á tantos otros? Sí «alma mia, justo es agradecerle, y emplear un sentido «tan nobley tan necesario en seryicio del Señor. El don de la palabra es una misericordia grande del Señor, que nos distingue mucho de Jos brutos. Muchos de ellos son mas ligeros que nosotros: muchos son mas fuertes que nosotros: muchos se aprovechan de las yer- bas medicinales del campo mejor qué nosotros; pero á ninguno ha concedido el Criador el uso expedito de la lengua para formar palabras y manifestar con :ellas sus deseos. Solo el hombre está dotado de esta gracia singu- lar. ¡Pero ay! ¡Cuántos nacieron mudos? ¿Cuántos á fuer- za de;¡multiplicar las señas con una extraordinaria. fati- ga.nos,dan á entender su pensamiento, para. cuya ma- nifestacion bastaria una palabra? ¿Y qué privilegio tuve yo: para no incurrir en esta desgracia? Ninguno. ¿Y qué pecados cometieron ellos para nacer mudos? Ningúno. ¡Oh Dios de bondad y de misericordia! Mi lengua publi- curá eternamente tu Omnipotencia, y jamás la emplearé en desagradarte!