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De DIA OCTAVO. 279 »do, la 'apacibilidad, la llaneza,, efectos , honestisimos de »lá caridad y del fervór de espiritu, en no gobernándose »con discrecion y con cautela, se vuelyen despeñaderos »por donde aceleradamente el virtuoso, camina á la per- »dition. Hablo aquí de la asistencia del, espiritual entre »mujeres, tahi precisa pára la frequentacion de los sacra- »meñtos, para los sánós y santos documentos del espiri- aL Y, Para, Otros OS útiles y devotos efectos, en que y 'S T0rzoso asistirmos y ayudarnos unos á, otros en esta Syida miserable y, transitoria; en cuyas ocasiones el ayu: » tado del virtuoso debe ser.atentísimo, recatándose de »sl, y. de su agrado y afabilidad y llaneza, cómo de falsos »amigos, que con aquello que lodeleitan lo Jastiman, y ¿con lo mismo que le alaban le engañan... De aquí re- »stlta que hablar frecuentemente con mujeres, por espi: »ritúales que sean, tratarlas con acciones de sobrada. la- jmiliaridad y llanéza, sin grande modestia y mesura, es »digno de corrección y de enmienda, porgne aunque en ytodo esto puede ser que ng haya pecado, no deja de ha- ¡ber peligro... Diránmo que son santas: dejémoslas que »lo séan, que Cuanto menos las tratemos, mucho mas »sanitas serán,.. Yo vengo en que sean santas las almas, »pero siémpre son de igual peligro para los hombres los »cuerpos, tanto mas cuanto Ja virtud es amable, la hu- »mildad: y la modestia, La mujer vestida de mundo y de »vahidad menos bien parece. al varon perfecto, que la »doncella casta, humilde; y recogida; y asi debe guardar- »se mas el bueno de aquello, que. 1as fácilmente le lleva »á lo malo, Los Sacerdotes que, hemos de dar ejemplo de »circunspección, no hemos de ser á los seglares de escán: »dalo;» Pasa .luego este venerable Obispo á probar con ejemplos de la santa Escrifura, con la historia, Eclesiás- tica, y caidas estrepitosísimas de hombres santos, el mal que hay en estas frecuentes y, familiares conyersaciones, aunque al principio sean muy puras y.virtuosas;, pero al fin vienén.á caer en el mismo desórden en que cayeron los cristianos de Galacia, á quienes reprendia San Pablo,

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