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DIA 'OCTAVO. 273 en la conciencia despues de bien examinada. Dige con advertencia: todos los pecados mortales, porque respecto á los veniales que no nos privan de la gracia de Dios, y en que caemos con frecuencia, aunque piadosa, recta y útilmente se pueden confesar, si se quiere, pero se pue- den ómitir sin pecado en la confesion, y hay otros mu- chos remedios para salir de ellos. Pero en caso de confe- sarse, como es costumbre universal de todas las personas piadosas, se deben confesar con un dolor sobrenatural y un propósito firme y constante de no volverlos á come- ter, y si nos falta este don de Dios, este impulso del Es- pirita Santo, esta gracia que supera las fuerzas natura- les de la criatura, resultaria perjudicial la confesion en vez' de sernos tan útil y saludable. Pienso que vais des- cubriendo la materia de esta Plática. Vosotras veis por una parte la necesidad que tenemos de un ministro de Jesucristo que nos absuelva de nuestros pecados; y por otra recelais el abuso que por desgracia puede hacerse de su júrisdiccion. ¿No es verdad? Pues, ras, -estas son cabalmente las dos reflexiones que formarán la materia de este discurso. En la primera trataremos del uso que debemos hacer de este don de Dios. En la segunda, de los ábusos que pueden acontecer, y se deben evitar. u-Señor y Dios mio que nos miraste con tan grande misericordia, que no solo no nos abandonaste á la impe- nitencia, al endurecimiento y 4 la obstinacion eterna como 4 los ángeles apóstatas, sino que nos llamas á- pe- niténcia, nos dejaste un sacramento de penitencia, y nos diste unos ministros que nos reconciliasen con Vos por la administracion del sacramento de la penitencia; haced que' nos aprovechemos de unos bienes tan inestimables, y que no abusemos de ellos para: nuestra perdicion. Esta gracia /os pedimos y esperamos conseguirla por la inter- césion de vuestra madre María Santísima.
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