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264 EJERCICIOS ESPIRITUALES. DIA OCTAVO. POR LA MAÑANA, MEDITACIÓN PRIMERA. Que debemos mostrar el amor 'á Dios: apreciando su gracia. - Considera, alma mia, cuánto bien te ha hecho el So- ñor, unán' grande es el amor que te tiene, y qué precioso el don de su gracia con que te ha' enriquecido y subli- mado. Te dió con su divina gracia una prenda muy cierta de su bienaventuranza y eterna gloria. Sin ella no te podias salvar, y ella te fué dada de balde y sin preceder en tí niagun merecimiento. Con la gracia te hizo ciu- dadano del Cielo, compañero de los Angeles partici- pante de los divinos tesoros. Por la gracia quedaste mas hermosa que el Cielo, que la tierra y todo lo criado: te hizo como señora del mundo á quien sirvieran los Ange- les y temieran los demonios. ¡Oh bondad infinita de mi Dios, qué grandes é incomprensibles son tus misericor- dias! ¿Qué puedo yo hacer en tu servicio para manifes- tar siquiera el justo agradecimiento á tus favores? ¡Oh vida de mi alma y alma de mi vida! ¿Quién soy yo, vil gusanillo de la tierra, para que ¡Vos Señor Dios de tan grande magestad hagais caso de mí? ¿Qué cosa es el hombre hijo de Adan pecador, vaso de corrupcion, con- cebido en culpa y nacido entre miserias, que tanto le en- grandeceis y le amais ? Dándole vuestra divina gracia, le dais vuestra amistad, le transformais de siervo del de- monio en hijo muy amado vuestro, y de morador de la
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