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UN UN Ñ Br A RN e q A AS EN o a e ro AN ms 3 E A ; bei A py rana 252 EJERCICIOS ESPIRITUALES. bienaventurada de la gloria. La gracia de Dios, decia el Apóstol San Pablo, es vida eterna. Cierto es, alma mia, que en Adan nuestro primer padre recibimos la. justicia original, la gracia santificante, Ja. luz de nuestro enten- dimiento y la santidad de nuestra voluntad; pero en la funesta caida de aquel primer hombre nos precipitamos todos en su misma voluntad, y quedamos en un estado infelíz, pobre y miserable. Tan desdichados quedamos sin la divina gracia, que San Pablo dice: no somos sufi- cientes para hacer, hablar ó pensar algo bueno.en órden á nuestra salud eterna, sino que nuestra suficiencia vie- ne de Dios. ¡Asombrosa y lamentable transformacion! El entendimiento quedó tan rodeado de tinieblas, que nada vé, nada sobrenatural descubre si la gracia no le ilumina: la voluntad se vió tan herida, que si la gracia no la sana, es su muerte eterna inevitable. El corazon rodeado de deseos. impetuosos, apetitos desenfrenados y furiosas pasiones, navega por un mar borrascoso en que el naufragio es cierto, si en la nave de la gracia no lega al puerto. Concebidos en pecado, hijos de ira por natu- raleza, despojados de la gracia y desheredados de la glo- ria, ¿4 qué parte podremos convertirnos para consolatnos? ¿Cuál será Ja luz que disipe nuestras tinieblas, la forta- leza que destierre nuestras debilidades, el maestro que nos enseñe, el médico que nos cure y el Redentor que nos salve? ¡Oh bondad de Dios! ¡Oh santidad de- Dios! ¡Oh misericordia incomprensible de Dios! Apparuit gra tia Dei omnibus hominibus erudiens nos. Apareció Je- sucristo en la plenitud de los tiempos, y por su vida, su pasion y su muerte, se nos dió la gracia de Dios; se nos devolvió el derecho perdido á la gloria de Dios, y de es- clavos del demonio nos transformó en hijos de Dios. ¡Oh qué verdad tan llena de consuelo, alma mia! donde abundó el delito, sobreabundó la gracia. No fué: tan grande, dice San Pablo, la culpa de Adan, como la: re- dencion del Salvador. Eramos tinieblas, ya somos luz: éramos tierra, ya somos Cielo: éramos esclayos, ya somos
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