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DIA SETIMO, 249 ¡Con cuánto precio hemos sido redimidos! ¡Con cuánto horror, con cuánta execracion seremos tratados en el in- fierno, si somos ingratos á los beneficios de Dios, si abu- samos de los beneficios de Dios, y no publicamos para gloria del Señor y utilidad nuestra los beneficios de Dios! Piénsalo bien, alma mia, y resuélvete á llevar pura y sin pecado en tí la imágen de tu mismo Criador, EXAMEN PRÁCTICO. SOBRE LAS PASIONES Y APETITOS, Tengo en mi cuerpo, decia el Apóstol San Pablo, va- rias inclinaciones, apetitos ó leyes que me inducen al pecado, que pretenden esclavizarme bajo las duras cade- nas de la culpa, y que repugnan á las luces sobrenatu- rales, á las gracias del Señor, y á las leyes que este gran Dios ha impreso en mi alma. De aquí procede la batalla entre el cuerpo y el espiritu: de aquí la contrariedad de pareceres: de aquí la oposicion mútua de inclinaciones: de aquí el ir á hacer el bien y encontrar dificultades: el pretender apartarse del mal, y apenas hallar camino se- guro. ¡Infelíz de mi! concluye el Santo Apóstol, ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte? Ved, Señoras, con cuánto fervor debemos clamar á Dios para que nos ma- nifieste los defectos en que estas pasiones nos hayan pre- cipitado: Scelera mea, et delicta ostende miñhs, Examinad, pues, ¿cómo os portais para domar estos mo- vimientos desordenados del apetito sensitivo?... ¿Turban vuestra paz ¿impiden vuestro espiritual aprovechamien- to?... ¿Hay alguna de estas pasiones mas contínua, mas importuna, y mas dominante que las otras?... ¿Qué mor- tificacion aplicais contra esa particularmente?... ¿Con esa en que delinquís con mayor frecuencia, de que os leyan- tais con mayor dificultad, y que mas que todas las otras se resiste?... ¡Oh, si desde este felíz momento os resol- viérais eficazmente 4 dominar vuestra dominante pasion,
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