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ne ia o ' 236 EJERCICIOS ESPIRITUALES. dad comun; pero resplandece este oficio muy particular- mente en las manos, cuyo artificio demuestra hasta la misma evidencia la sabiduría del Omnipotente Dios. ¿Qué dedos formados de acero, de bronce, de pedernal ó dia- mantes resistirian tanto al trabajo sin disminuirse? ¿Qué mano hecha de cera ó de cualquiera otra materia suave y blanda, seria tan fácil y pronta para doblarse y poner- se en aptitudes diferentes? ¿Cómo puede unirse una tex- tura tan delicada y fina, con una firmeza tan robusta y permanente? ¿Quién dió 4 nuestro cuerpo esta rectitud tan proporcionada y que ni exceda por lo excesivo, ni parezca despreciable por lo diminuto? ¿Quién imprimió con su presencia el espanto en todos los animales? ¿Quién?... ¡Pero ay! todos mis huesos claman, todos mis sentidos dicen: somos obra de las manos de Dios. Cono- ce esta verdad, alma mia, y empléate en amar á tan magnífico bienhechor. PLÁTICA SOBRE LA PUREZA DE INTENCIÓN. O Si oculus tuus fuerit simplex, totum corpus tuum lucidum erit, Mat, Cap. 6. Levantad, venerables Religiosas, vuestros ojos para mirar esa inmensa bóveda de los Cielos, y vereis en ella innumerables estrellas que caminando todas hácia un tér- mino, la velocidad ó tardanza de sus movimientos es ad- mirablemente diferente. Unas parece que no se muéven de un sitio en muchos años: otras andan én un solo dia muchos millones de leguas: éstas forman un giro mas inmediato á la tierra: las otras describen su circunferen-