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a EIC TAR ATT AT : 228 EJERCICIOS ESPIRITUALES. cruz en seguimiento de Jesucristo, donde no hay cari- dad, nada valen los rosarios, los viacrucis, ni las visitas de altares, pensarán que no se perderá eternamente mientras no omitan sus devociones. Pero no, Señoras: es preciso desengañarnos: todas estas devociones, los calvarios, los rosarios, escapularios, visitas de altares, novenas y lo demás, todo es bueno, todo excelente en su clase; pero á nadie que omita las obligaciones de cris- tiana y religiosa salvarán esas cosas, si no practica las virtudes que acabamos de insinuar, y otras muchas que podríamos añadir. Las maestras y ancianas saben bien que han de imprimir en el tierno y piadoso corazon de las jóvenes estas sólidas verdades; y escuchándolas con docilidad y ejercitándose con fervor en ellas, las Religio- sas inferiores ó de pocos años de hábito, cumplen todas con su deber, y mantienen imperturbable la paz. Tercera. Mas no espereis conservarla con Dios y con el pró- jimo , mientras no la mantengais con vosotras mismas. Sí, venerables Religiosas, yo pronuncio esta verdad con dolor de mi corazon. Una alma inquieta, una alma tur- bulenta, una alma que no reprima sus sentidos, que no mortifique sus pasiones, que no ponga freno á sus ape- titos; á la menor palabra que se la diga, á la mas ligera injuria que se la haga, á la mas suave mortificacion mo- nástica que se la imponga, llenará el convento de lamen- tos, prorumpirá en amargas quejas, y desterrará la paz. Por el contrario, una alma muerta á sí misma y que solo vive en Jesucristo: que refrena la concupiscencia de la carne con el silicio, el ayuno, los clamores al Cielo, y el apartamiento de las visitas y amistades de la tierra: que castiga la concupiscencia de los ojos y de los demás sentidos, no permitiéndoles extraviarse en objetos peli- grosos: que humilla la soberbia de la vida, con el uso mas moderado de las cosas, y con la subordinación mas