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DIA SEXTO. 205 bundos, tódas tienen algun distintivo en algo; pero se uniforman cuando se trata del silencio: en todas y cada una se determinan las horas en que se ha de observar, los sitios en que nunca se ha de hablar, las ocupaciones en que jamás se ha de interrumpir. Sabian aquellos hombres de Dios, que los cláustros religiosos inspiran veneracion y respeto aun á los seglares mas relajados que entran en ellos, cuando se observa inviolablemente el silencio; y se hacen despreciables cuando se destierra esta observancia que tanto los condecora y hermosea. Por esta causa cuando por el trascurso de los siglos, por la debilidad 6 inconstancia de la naturaleza humana, por la perversidad de los malos ejemplos, ó por las as- tucias de la serpiente antigua se entibia el primitivo fervor de los institutos monásticos, insisten muy parti- cularmente los reformadores en poner por piedra funda- mental de sus mejoras el evangélico silencio. Lo estais tocando con todos los sentidos en los Rancees de la 'Tra- pa, en las Teresas de Jesús en el Carmelo, en los Pedros de Alcántara entre los Descalzos de nuestro Padre San Francisco, en los Pedros Regalados entre los Observan- tes, en los Mateos de Vaso entre los Capuchinos, y en los demás que con tanta gloria han procurado que estos robustos ejércitos de las tropas auxiliares de la Iglesia recobren su antiguo y primitivo esplendor. Las consti- tuciones de todos mandan el silencio, recomiendan el silencio como una práctica capaz de desterrar los abusos de las comunidades religiosas. Por el silencio, dicen, se restablece la vida religiosa mas disipada, se mantiene con teson la observancia de la regla, y es imposible vi- vir religiosamente sin guardar silencio. Estableced el si- lencio y vivireis como Religiosas: desterrad el silencio, y nada tendreis de Religiosas mas que el hábito: /nter- roga majores tuos, et dicent 1101. Advertid, venerables Religiosas, que aquellos hom- bres justos, no solo de viva voz mandaban el silencio: no solo le establecian como inviolable ley en sus reglas, REE AS ERE di pi E p a:

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