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196 EJERCICIOS ESPIRITUALES. obra maravillosa, magnífica, estupenda, y digna de* todo un Dios. En ella agotó el Omnipotente su poder, su sabiduría, y su bondad. Ni pudo dar mas, ni supo ha- llar mas que dar: El se dió á sí mismo. Nos dió su cuerpo, nos dió su sangré, nos dió su alma, nos dió su divini- dad, nos dió sus adorables atributos, sus infinitas per- fecciones, y toda la adorable Trinidad en la unidad de la divina Esencia, y á todo un solo y Eterno Dios en la venerable Trinidad de las Personas. ¡Oh Dios de bondad, de grandeza y sabiduría infinita! ¿Qué mas me podias dar, y qué mas podias hacer por mí para que yo te ama- se? ¿Qué mayores muestras, y qué mayores señales de tu amor? ¿Qué mas evidentes testimonios podias dar del amor sin medida, sin término, ni fin que me tenias? ¡Oh, con cuánta verdad y profundidad dijo de Vos vues- tro Evangelista amado: /n fine dilesit eos! Mucho ama un pastorcillo á sus ovejas por las que padece los ardoro- sos rayos del sol en el verano; los frios destemplados, los vientos impetuosos, las nieves y las escarchas en el in- vierno. ¿Pero qué pastor fué pastor de sus ovejas? ¿Qué pastor dió sus propias carnes á su ganado? ¿Quién lavó con su própia sangre la roña de sus corderos? Para Vos solo, ¡oh amable Jesús de nuestras almas! estaba reser- vado este exceso de amor jamás oido en los siglos. Mu- cho aman las madres á sus hijos. Se desvelan por asis- tirlos por la noche: se fatigan por cuidarlos de dia: no los desamparan en sus enfermedades: los limpian y asean por mas asquerosos y hediondos que se hallen, y su- fren sus llantos fastidiosos, sus continuas impertinen- cias, sus caprichos y necedades; ¿pero ha llegado alguna madre á dar á su cuerpo en comida á su hijo? Por el contrario sabemos que muchas acosadas de una hambre rabiosa han comido sus propios hijos. Solo Jesús , nues- tro amable y amantísimo Jesús es el que únicamente ha llegado á este exceso del mas extremádo amor. ¿Y con quién, alma mia? ¿Y por qué, alma mia? ¿Y desde cuando, alma mia? ¡Ay, ay! Los peñascos, los bronces, E A ar a
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