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176 EJERCICIOS ESPIRITUALES. dad en vuestra obediencia! Pero el mundo ¿cuántos pre- ceptos impone á sus seguidores contrarios á los manda- tos de Dios! ¡Cuántos gastos supérfiuos en las mesas! ¡Cuánto consumo de caudales en los vestidos que pres- criben sus estilos, sus modas y sus concurrencias! ¡Cuánta perdicion de familias en sostener las partidas de juego que prescriben las falsas máximas del mundo corrom- pido, y que condenan todas las sábias leyes de los go- biernos! Esta obediencia que prestan los insensatos ama- dores del mundo, y que abominan todos los hombres virtuosos, ¡qué dura es, Señoras, qué injusta, qué vio- lenta! Pero la vuestra, qué suave, qué ligera, qué bien ordenada! Dios nuestro Señoros manda obedecer, es ver- dad, pero El mismo os acompaña con sus auxilios á prac- ticar la obediencia: su divina gracia aligera el peso, re- tira los estorbos y aumenta las fuerzas: El mismo sirve de luz para mostraros el camino: El mismo pone su mano para que no tropeceis y caigais en los peligros: El decide vuestras dudas, os consuela en vuestras tristezas y 08 so- corre en vuestras necesidades. ¡Qué felicidad la vuestra! ¡Qué bondad la suya! ¡Qué ventajas las de vuestra vir- tuosa obediencia sobre las de aquella subordinacion dura de los del mundo, que los abruma con cargas pesadísi- mas sin arrimar siquiera un dedo para aliviarlas! ¿Qué digo aliviarlas? El mismo mundo que las impone las au- menta y multiplica con circunstancias ásperas é impe- riosas, hasta hacerlas insoportables. Concluyamos ya esta plática, venerables Religiosas, reuniendo en pocas palabras las grandes verdades que habeis oido. Bendecid la mano del Omnipotente que os inspiró la resolucion santa de renunciar todos los bienes con la pobreza evangélica: pero mostradle el agradeci- miento mas profundo, por ser una pobreza honorífica, gloriosa, tranquila, y asilo de las virtudes. Bendecid sus misericordias, porque con su gracia votásteis una conti- nencia perpétua; pero dadle honor, culto y reverencia, porque os proveyó de medios para su observancia, y pro-