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DIA : QUINTO. 175 Faraon ahogándole en el mar cón todo su ejército, ca» ballos, carros y tiendas ,-y. la de todos los demás des-- obedientes con penas temporales ó eternas. Todos debe- mos obedecer: sí, Señoras, ya lo he dicho y lo vuelvo á repetir, ¡pero qué ventajas tan visibles Neva la obedien- cia monástica 4 la obediencia mundana! En la religion se obedece: pero 4 un Dios siempre justo, siempre santo, siempre benéfico, lleno de misericordia y gracia. Y en el mundo ¿4 quienes se obedece? ¡Oh, cuántas veces se dobla 'la cervíz alnacimiento, al empleo, al interés! ¡Qué señores tan duros y 'tan tiranos! Qué humillacio- nes! Qué sacrificios! ¡Qué fingimientos! Besando manos cuya existencia se detesta, “contemporizando cón la ne- cedad '4 pesar de sus propias luces, reprimiendo el géónio aun en lo que se estima justo, por no perder el favor del poderoso, y tal vez pisando la religion , por no oponerse 4 la conducta de un malvado. ¡Cuántasveces se expone el feposo, la salud, la misma vida, un dia y otro día, un mes y otro mes, un año v otro año; y por haberse omitido una etiqueta, por haber dejado una ceremonia del for= muúlario der mundo; ya se olvidaron todos aquellos: ser- viéios; ya se cayó en desgracia, va murió para: la re- muneracion de sus servicios! Pero Dios, 4 quien óbedece la Religiosa, siempre 'es uno mismo: - siempre amable, siempre atento á remunerar todo cuanto se hace por su amor: un deseo santo, un afecto puro del corazon, un suspiro, una pequeña oracion jaculatoria ; “el -cumpli- miento de aquellas menudas operaciones de la oficina á que 4 cada una destina la prelada; todo tiene un mérito cierto, un premio seguro. Dios nuestro Señor mo mira tanto las cosas que se hacen, como la intencion, el afecto, el amor y el buen deseo del corazon con que se le ofre- cen. ¡Qué obediencia, señoras, la vuestra tan felíz! Dios nuestro Señor nada os manda en el monasterio por-la in» tervencion de vuestras preladas que no sea virtuoso, justo, santo, conforme 4 vuestro instituto, inspirado por el mismo Señor y aprobado por la Iglesia. ¡Qué seguri.

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