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DIA QUINTO. 178 positum meum servare (1). Yo lo sé, y estoy cierta de haber hecho bien en creer á aquel Señor que por su vo- luntad me llamó, y en quien espero conservará sin dis- minucion el tesoro de mi pureza, que he depositado al abrigo de su adorable proteccion. Es menester haber perdido enteramente el juicio para no conocer las ventajas que por este lado llevan las vír- genes del monasterio á las vírgenes del mundo; pero concedamos que por otro sean iguales los peligros. Con- vengamos en que no haya lugar privilegiado para las tentaciones : confesemos de buena fé, que las imagina- ciones vuelan por todas partes, y que puéden atormen- tar á una alma religiosa en el coro, en la celda, en la oracion , en la portería, por la noche y de dia, en el in- vierno y el verano. Toda esta triste verdad debemos con- fesarla, y decir con el Santo Job, que nuestra vida es una contínua pelea sobre la tierra, Mas por eso mismo nos manda San Pablo portarnos como buenos soldados de Jesucristo : por eso se ros arma con la fé, la esperanza, la caridad, la fortaleza, la templanza y las otras virtudes cristianas: por eso tenemos en el monasterio tanto retiro, tantas horas de oracion, tantos actos de mortificacion: la cama dura, el sueño corto, el hábito pobre, la mesa fru- gal, la celda estrecha, y la voluntad sujeta: por eso re- cibimos con tanta frecuencia los santos Sacramentos de Penitencia y Eucaristía: por eso asistimos dia y noche por tantas horas al coro, y se nos asigna una oficina tra- bajosa que virtuosamente nos ocupe. ¡Qué armas tan provechosamente experimentadas! ¡Qué fuertes! ¡Qué bruñidas! ¡Qué luminosas! Armadas tan ventajosamente las personas religiosas, ¿cómo no saldrán vencedoras de las sugestiones malignas? ¿Cómo prevenidas como las vírgenes prudentes, no entrarán como ellas en la casa de su celestial Esposo, antes que cierre la puerta á las (1) 2, ad Timoth. 1. 12,
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