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DIA QUINTO. 1H sean las. mas escandalosas é impuras, para sobresalir en las, concurrencias de los teatros, de los paseos y de las tertulias;. arruinando con semejantes devaneos las he» rencias mas ricas de sus padres, y ahuyentando los jó- venes virtuosos, y hombres honrados que las tomarian par mujeres si ellas observaran una conducta arreglada; pero. que huyen de ellas como de una: peste, quedándose las infelices por estos: desórdemes,.sin tomar estado toda su vida. A esta clase de personas, y. 4-otras innumera- bles deeste, mismo ¡jaéz, son las que yo llamaba virge- nes del mundo, no vírgenes de Jesucristo, porque no es la «Religion de Jesucristo la que las inspira su conducta, sino las máximas del. signo; y por eso ni tienen Jas mis- mas; proporciones para mantener pura su castidad, ni es- peran las /mismas recompensas por haberla obseryado. Y ved ahí dos apreciabilisimas yentajas de. las vírgenes del monasterio sobre las virgenes del mundo. Acuérdome: de haber insinuado en otra plática, que la, obligacion de observar Ja castidad, era. un deber de todos los estades; y que en el siglo, no-menos que en los monasterios, estaban prohibidos los pensamientos impu- ros,,las palabras torpes, las acciones indecentes, y los deséos pecaminosos. Seria un grosero y monstruoso error pensar. de otro modo. Na lo dudeis, «decia el Apóstol San Pablo escribiendo á todos los fieles:. si viviéseis segun, los malos apatitos de la carne, perecereis. sabed que el Cielo está, cerrado paralos deshonestos, y que lograrán la vida eterna los. que, mortifiquen .las pasiones de su cuerpo can las leyes del buen espíritu. Esta es la doctrina del Cielo dada á todos los que vivimos sobre la tierra. Las personas. religiosas solo añaden un voto solemne 4 la misma obligación: un nuevo nudo que lasune y estrecha más, pero la obligaciones la misma. Pues ahora colocaos de repente en medio del siglo, y vereis las grandes difi- enltades que se presentan para mantener esta pureza. To- dos:los sentidos del cuerpo, las potencias del alma apenas encuentran más que objetos peligrosos. Los ajos vuelan

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