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136 EJERCICIOS ESPIRITUALES. vociones á este modo, no puedo menos de deciros que todo es bueno, todo es laudable; pero no sereis repren- sibles aunque lo omitais, con tal que observeis fielmente vuestras reglas y constituciones: pero si omiitís esto aun- que practiqueis aquello, vuestra pérdida será inevitable. No sé si habreis reflexionado bastante el concepto que hoy se tiene de las congregaciones religiosas. Yo sé bien, Señoras, que innumerables personas forman ideas muy equivocadas sobre este particular; pero ahora no tratamos de eso. Adoremos los juicios de Dios, obedez- camos las providencias de los superiores, y hagamos 7 oracion por todos nuestros enemigos y amigos; y al ver como en tantos reinos, y en tantas provincias de la cris- É tiandad suprimen conventos, destierran las personas hi religiosas, disminuyen su número, ó los exterminan des enteramente, comprended que la inobservancia de las constituciones es lá que nos ha ocasionado esta odiosidad $ universal, y llenado de confusion 4 la vista de las gen- hiñl tes. Vosotras estais oyendo, vosotras mismas estais mi- 80! rando con vuestros ojos las severas órdenes que se han dado y dan:actualmente contra los institutos monásticos en Italia, Alemania, Baviera, el Piamonte, Francia, y sun en nuestra propia pátria : vosotras lo veis, vosotras lo oís; pero no sé si reflexionais que la decadencia de hiFia tan venerables institutos las motiva, y que la inobser- Ani vancia de las constituciones no solo es causa de este hor- 7 ror tan general, sino de que las Religiosas se expongan á una perdicion eterna. Terrible es esta proposicion , yo lo confieso: puede ser que con utilidad lo confeseis tam- bien vosotras, si yo acierto 4 demostrar en esta plática que la ¿inobservancia habitual de las constituciones UNA coloca 4 una Religiosa en el JFunesto estado de conde- 8 | nacion. Este es todo mi asunto. ¡Oh Dios justo, santo é inmutable, que sapientísima- mente habeis dispuesto las gracias peculiares de cada estado, para que todos aprovechándonos de ellas llene- mos dignamente nuestras obligaciones! haced, Señor, ct E, A
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