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128 EJERCICIOS ESPIRITUALES. DIA CUARTO. POR LA MAÑANA, MEDITACION PRIMERA. Que Dios ha de ser amado por ser nuestra bienhechor. Levanta, alma mia, tus pensamientos al inefable amor de un Dios tan benéfico para sus criaturas. Nin- guna cosa hay mas justa, mas útil y mas laudable que amar el hombre á aquel de quien recibió todo el ser y conservacion que tiene. Si no puedes, alma mia, cano- cer qué tal sea aquel que tanto te ama, considera si- quiera las señales y pruebas que te dió de su amor. En los dones que has recibido conocerás con cuánto afecto y y con cuánto cuidado y diligencia le debes amar. Ex- tiende tu'vista por todas las criaturas que te rodean, mí- rate á tí misma , y considera lo venidero, y todo lo ye- rás dádiva de aquel magnífico Bienhechor. El sol que te alumbra dáviva es de sus manos; ¿cuál fuera la situa- cion del universo sin esta brillante lámpara de la luz, vaso del excelso, y segundo Criador y conservador de to- dos los séres materiales? ¡Ay Dios! Y en qué abismo de tinieblas quedaríamos sumergidos los mortales! La tuna es reloj de tus dias, semanas, meses y años, que inva- riablemente te señala por ordenacion de Dios. Los vien- tos con sus aves, los mares y rios con sus peces, el fuego con sus infinitas utilidades, y la tierra con los anima- les , los frutos, las yerbas, los minerales y toda la in-

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