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DIA TERCERO. 117 numerables justos eran, santos eran, pero estaban casados: verdad es, que para demostrar su divina Ma- gestad que aunque esta perpétua continencia era dificil, no era imposible á los hombres á quienes El concediese esta gracia, hizo aparecer en el mundo un Abel, un Elías, un Bautista, y algunos otros; pero á la verdad, ¿quí sunt hi inter tantos? ¿Qué eran estos pocos entre la inmensa multitud que seguia otro camino? Solamente en la ley de gracia, en que elevó Dios á mayor perfec- cion los preceptos de la ley natural, y dió un nuevo lus- tre con su sangre á los preceptos morales de la ley es- crita, es donde vemos estos prodigios de la gracia en una multitud maravillosa. Aquí vemos los Basilios, los Benitos, los Domingos, y los Franciscos: aquí las Ger- trudis, las Teresas, las Catalinas, las Rosas, tantos y tantas que viviendo en carne imitaban la vida de los es- píritus-angélicos (1): estando en la tierra eran como mo- radores del Cielo (2), y siendo hombres terrenos y mor- tales parecian celestiales y divinos (3). Sin embargo de que estas ilustres mujeres y estos hombres angélicos se nos presenten en mucho mayor número en la ley de gra- cia, que en la natural y escrita, ni aun en la ley de gracia hallamos un precepto de Dios que nos mande la perpé- tua continencia. Así nos lo asegura el grande Apóstol San Pablo cuando dice: De viryinibus preceptum Do- mint non habeo (4). Ciertamente en la religion cristiana (1) Spiritibus sociata supernis, ignaris telami. S. Greg. Naz. Carm, de virginit. Angelorum vitam elegisti. Id. S. in Evaug. cum cosum, etc., in eorum ordinem te agregasti. (2) Humanum genus natura bealis illís concedens, vires suas urgel, cum disque pro virili equari summopore nititur... Vide virginitatis decus eorum quí in terrís degunt, cum celitibus vile similitudinem molitur;corpore ces- titos vinci ab incorporeis copiis non permittit; mortales Angelorum emulos redic. S. Joan Christ. de Virg. cap. 2, (3) Ars. quedam el facultas divinioris vile esse videtur. S. Greg. Nisen de Virg. cap. 5. (4) Ep. I Paul. ad Corinth. cap. 7. 9

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