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miii ri O > 116 ' + — EJERCICIOS ESPIRITUALES. ciones: obra con ellas, y entrarás á la herencia del Hijo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por toda la eternidad. PLÁTICA SOBRE LOS REMEDIOS QUE DEBEN PRACTICARSE PARA CONSERVAR LA CASTIDAD. — Esto fidelis usque ad mortem, et dabo tibi coronam Vide. Ápoc. cap. 2. Confesemos , venerables Religiosas, con un prove- choso rubor esta verdad de fé que nos aflige y atribula: el hombre concebido en pecado nace pecador, y vive in- clinado y propenso á la culpa desde su misma adolescen- cia. Las leyes de la carne y las pasiones son contrarias á las leyes del espíritu: éste pretende lo que aquella re- pugna, y aquella pide lo que éste niega: ambos pelean y luchan el uno contra el otro, y esta batalla peligrosa afligia á un San Pablo, y le obligaba á exclamar: ¡Qué hombre soy tan infeliz! Voy á hacer el bien, y apenas puedo: quiero huir el mal, y nosé cómo. ¡Ay de mí! ¿Quién me librará del cuerpo de esta muerte? Esta si- tuacion peligrosa tenemos todos sobre la tierra: todos subimos á la virtud con grande afan: todos bajamos al pecado con asombrosa propension: todos sentimos en nos- otros mismos como San Pablo el ángel de Satanás, que mas ó menos nos atormenta. Por esta causa no halla- mos en la ley natural, ni en la escrita practicada la per- pétua continencia, aun entre aquellos Patriarcas, y grandes Santos que en ella se celebran: los Noés, Abra- hanes, Isaes, Jobs, Moisés, Tobías, Jacobs, y. otros in-

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