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el : pi A MS 114 EJERCICIOS ESPIRITUALES. MEDITACION SEGUNDA. Como la cruz de Jesucristro enciende nuestras. almas en Su amor. Vuelve, «alma mia, á colocarte en Ja consideracion en el Calvario, y levantando tus ojosá la santa cruz, mira atentamente lo que descubres en ella: La razon y los sen= tidos me hacen ver 4 un hombre justo, hermoso, sábio, veráz, laborioso , benéfico, que á tudos ha hecho: bien y á nadie mal, ajusticiado injustamente, sin formalidad de proceso, sin conformidad de testigos, sin confesion del reo, ni convencimiento jurídico; y la f8 divina; aque- lla luz sobrenatural dada á mi alma, me enseña yúe aquel hombre es Dios é hijo de Dios , que por un amor incomprensible para con el hombre bajó de los Cielos 4 la tierra para hacerse hombre, para padecer por el hombre, para morir por el hombre. ¡Uh vistá de soberana virtud! ¡Oh Dios amorostsimo, y puro fuego de amor! Ahora veo con cuánta verdad has dicho en ta Evangelio: fuego vine á poner en la tierra, ¿y qué quiero siño que arda? ¡Ob dulce fuego, arda en ti mi corazon | ¡Oh preciosa lama, que así enciendes las almas mas heladás que Ja nieve, y las derrites en ardientes y afectuosas lágrimas de amor! Esta es la causa de tu venida : traer este fuego desde el Cielo, y llenar el mundo de amor, como ló dice el Profeta: visitaste la tierra, y embriagástela de amor. ¡Ob amantisimo, 'suavísimo, hermosísimo y clementí- simo Señor! Embriaga nuestros corazones con ese vino: abrásalos con ese fuego, y hiérelos con esa saeta de tu amor. ¡Oh, si yo pudiera dar una voz que se oyera en todo el mundo, para. decir á los hombres que mi atma está enferma de amor! Vine á tí para curarmo', y me has herido: vine para que me enseñases á vivir con las lecciones de vida eterna que das desde la cruz, y me ha-

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