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106 EJERCICIOS ESPIRITUALES. Segundo punto, Sí, mis venerables Religiosas, vuestro Esposo es muy celoso, no admite competidores, quiere ser solo, pide todo el corazon, no le admite dividido: es preciso el resolver- nos á amarle á El solo, ó quedarnos sin El: No es posible servir á- un mismo tiempo á dos señores, euyos intereses son encontrados y opuestos, dice el santo Evangelio de Jesucristo. No es: dable que habiten ú la par en. el cora- 20n de una Religiosa Dios y los honibres, Dios y el mun» do, Dios y la carne, Dios y-las visitas peligrosas, Dios y las comunicaciones poco honestas, Dios y log mútuos re- galos de los amigos: de las pasiones, Dios y las cartas frecuentes con expresiones nada puras, Dios y las mira- das libres, Dios y los pensamientos desenfrenados-no re- sistidos: 4ub enim unum odio habebit, aut alterum di- laget, La Religiosa que desgraciadamente quisiera vivir de esta manera menospreciaria á Dios por vivir á: su modo con las criaturas, 6 se veria enla necesidad dicho- sa para ella de abandonar el trato peligroso de- las cria- buras para vivir 4 solas con su Dios. No hay efugio, Se- ñoras, es menester renunciarlo todo para mantener con fidelidad la palabra dada en solemne profesion á vuestro Esposo. Vosotras, como cristianas; no solo debeis aborrecer aquellos pecados vergonzosos y feos; cuyos nombres nó queria san Pablo se oyesen en nuestros labios £ino que debeis mirar vuestro cuerpo como templo del Espíritu Santo, consagrádo por la uncion de su gracia, y separa- do de todo uso prófano por el carácter indeleble que todos recibimos en el sagrado bautismo. Debeis, pues, como cristianas, respetar vuestro propio cuerpo, y poseerle con honor; y si faltárais á esta obligacion, serinis unas profa- nadorás y.sacrílegas; pero considerándoos cómo Religio- sas, no solo es menester apartaros del mal como los se- culares, sino obrar heróicamente el bien. no emp!eando
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