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inicuos, y sobre todo con los mas sacrilegos, no es sino Italia de un dia; porque ni la legitiman los nuevos principios de derecho reprobado, ni la consolidan las teorias de los hechos-consumados, ni la dan sancion los asentimientos tacitos 6 espresos de los principes; porque estos mandan cada uno en un rincon de la tierra, y Dios, que ha dado 4 su Vicario un cetro entre los Reyes, manda en la tierra y en el cielo; y si no es mafiana, al otro dia, ha de mover 4 las gentes , y pondra su labaro sobre los montes, convocando al Austro y al Aquilon 4 la guerra, y el Santo Pontifice triunfara, la tirania sera derribada, el derecho legitimo se restablecera, y una edad de oro se levantara en toda la tierra. Esta es la esperanza de todos los catélicos. VI. En este dia de gloria y de alegria, el cual es un signo cierto y un prondstico seguro del triunfo no leja- no de la Iglesia, no es justo anunciar desventuras aje- nas. Pero si debo deciros, para avivar vuestra fe, que no os desanimeis porque veais el triunfo transitorio y efi- mero de los malos. Dios es padre de misericordias, y da tiempo 4 los hombres para que se conviertan 4 61, antes que llegue el dia de sus iras: El detiene los pasos del criminal para que no consume el crimen en su ultimo punto. Asi vemos que, cuando un Atila quiso franquear Jas ondas del Pé y marchar 4 Roma, para que no lo hi- ciese, le presenté dos seres inmortales con mirada ful- gurante y espada flaminea. ; Ay de él si no hubiera vuelto atras! Cuando no se oyen estas voces: fuertes y amorosas de Dios, y se da el ultimo paso en la carrera de los crimenes sacrilegos, jay, qué terrible se presenta Dios! Oigamos cémo describe un Profeta lo que sucede entonces: «Dios, dice, viene del Austro, y el Santo del monte Faran: delante de sus pasos va la muerte: detiénese, y de una ojeada mide la tierra; mira, y disuelve las na—

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