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A zQué decian esos hombres en sus reuniones tene— brosas? «El Papa se ha de ver obligado 4 entrar en pacto con la revolucion, pues los pueblos profesan el princi— pio nuevo demuestra politica de poder constituirse 4 su antojo, y los soberanos el de no intervenir en negocios ajenos.» Y Dios deciadesde el cielo: No entrara. Decian ademas: «Han de ir levantandose, una por una, las provincias, hasta que no le quede al Papa mas territo— -rio que los alrededores de Roma; y reducido 4 la mise~ ria, ha de tener que ceder en sus pretensiones de sobe- rania.» Y Dios decia: No cederd. «Lo hemos de hacer rendirse por hambre, pues no cobrara tributos ni gabe- las.» Y Dios decia desde el cielo: No se rendird. «Hemos de levantar ejércitos , decian los sacrilegos y los parrici- das, y hemos de rodear 4 Roma con cerco de hierro; _ asentaremos cafiones de batir 4 la nueva Tarpeya,.y mientras que estos vomitan balas contra esa llamada roca de Sion, han de llover bombas incendiarias sobre las Basilicas , sobre el mismo Janiculo, sobre el mismo Vaticano; y atemorizado el Papa, huira y nos dejara campo abierto para apoderarnos de. su tiara y ponér— nosla sobre nuestras sienes, y abolir para siempre su principado.» Y Dios decia: No se atemorizard, no hui- rd, y asi se ha cumplido lo que decia David: Qui habitat in corlis irridebit eos, et Dominus subsanabit eos. Hé ahi, mis amados fieles, Ja gran red que la impie- dad, cubierta de clamide de escarlata, ha estado tejien— do para coger en ella al gran Pio IX. Vosotros veiais ciertas operaciones y ofais proclamar mil axiomas falsos en. Religion y en politica; y, atendido 4 que se guarda- ba el secreto entre salones dorados y bajo pabellones donde alternaban dos ensefias, emblemas de sinceridad y de elevacion de miras, cuales eran una cruz y un dguila, no sabiais que todo eso era la preparacion pau— latina para consumar la mayor de las tiranias, el mayor acre i aha i
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