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a dad, al Post Office, donde todo se hace muy aprisa. Pero ciidese de proveerse de dinero oportuno én el desembarcadero, porque la ofi- cina de correos no es casa de cambio. lil—Propinas. Algunos de los sirvientes del barco tienen ' justo derecho, como los camareros de hotel, a una propina conveniente. Los Misioneros no sean mezquinos y cuiden de que los Misione- ros catdlicos no dejen mala fama, aunque es muy dificil contentar del todo a las gentes. Pre- gunten a los demas viajeros cudnta propina se da. Habiendo muchos viajeros, se reparte bien la cantidad que hay que pagar; pero siendo los viajeros pocos, el dar propina supone para el particular un gasto considerable.
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