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= flevando nada mas que la cruz y el breviario. También nosotros los Misioneros nos sentimos - avergonzados al ver la desesemejanza entre aquellos tiempos y los de ahora; pero tenemos que conformarnos, considerando que hoy en dia el trabajo de las misiones exige mayores preparativos y gastos materiales que antigua- mente. Al fin, el mismo fendmeno observamos también con respeto a la vida que hacemos en nuestros conventos en la patria. Pero los « Conse/os» van atin mas lejos. Dan por supuesto que el Misionero Capuchino se quita el habito, lleva medias y zapatos, anda en carruaje y a caballo y usa dinero. Reclama- mos pues una amplia dispensa de la Regla. Es natural que tanto en la Misién como en nues- tros conventos se hable a veces de estas cosas y haya sobre ellas un intercambio de diversas opiniones. j|Quiera Dios que el uso de esas dis- pensas nunca llegue a hacérsenos una cosa na- tural! Los jévenes Misioneros que se equipan y viajan siguiendo estos «Consejos» y los demas frailes que en ello les ayudan, pueden tener, porun lado, la seguridad de que procuran y san estas cosas materiales sin pecado y al ser-
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