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220 - Miguel Anxo Pena González tino tras la muerte de Alonso de Fonseca, primero como lector e, inmediatamente después, concursando a la cátedra de Prima de Gramática, que obtiene en 1476. Precisamente para estas lecciones confecciona su Introductiones latinae, al caer en la cuenta de que ninguno de los manuales al uso servían a sus expectativas. En 1478, tenemos las primeras noticias que le relacionan con Ramírez de Villaescusa quien, al tiempo que asistía a las lecciones del gramático, sustituía puntualmente a los maestros en algunas disciplinas de Artes, particularmente en retórica, filosofía moral y astrología. En 1480 ambos compiten por la cátedra de retórica conjunta- mente con Fernando de Manzanares, discípulo del lebrijano. El detalle resulta de interés, pues ya aparece la presencia de los grupos de presión formados por maes- tros y discípulos, donde Nebrija está apoyando a su candidato, que es Manzanares. Como acabamos de señalar, para ese momento, Nebrija poseía en propiedad la cátedra de Gramática por lo que no tenía sentido concursar a otra de igual conside- ración. Por los hechos, y todavía más por los intereses de esta etapa de juventud, se intuye que Nebrija yVillaescusa no eran competidores, sino que estaban buscando la manera más propicia de ubicarse en todo el engranaje universitario, que era, en aquellos momentos, el lugar más oportuno para hacer carrera civil y eclesiástica. Como han puesto de relieve Martínez Millán y Sáez Olivares, ambos pertenecían a lo que se podría denominar el partido de la reina Isabel, que buscaba la elevación del nivel cultural y religioso, identificado con una comprensión amplia de la fe; que defendía la frecuencia de los sacramentos y la práctica de la oración mental; que praticaba diariamente una lectura cristiana, fuertemente determinada por el evangelismo, que como concreción más visible tenía un fuerte sabor paulino e implicaba una comprensión fuertemente vivencia! de la fe, distanciándose de todo formalismo externo (Martínez Millán, 2004: 112-113; Sáez Olivares, 2021: 166). No se puede olvidar que se trataba, también, de dar un nuevo impulso a la sociedad, cargándola de ideales y valores, donde esa vuelta a un cristianismo más auténtico, dotaba de una comprensión y de un modelo práctico concreto, en el que la teoría se hacía realidad en el día a día. Este detalle será el que veamos acompasar la vida del prelado conquense, pero también la de Nebrija en su opción por dedicarse a la Sagrada Escritura. Precisamente, en el prólogo que dedica a la reina Isabel, en la última edición de las Introductiones latinae, le hace saber que, en cuanto ter- minase con las Antigüedades de España, dedicaría el resto de su vida a las letras sagradas. Es obvio que no se trataba de una ruptura con lo medieval, sino de un aprovechamiento de lo mejor del mismo, conviviendo con ese humanismo, que en la península Ibérica tiene una doble concreción en latín y romance. Nebrija y Ramírez de Villaescusa, durante algo más de un lustro, participan de la vida de la Universidad de Salamanca, en la que intentarán -de diversas maneras- introducir nuevos métodos de enseñanza. En 1487 Nebrija abandona el Estudio, poniéndose al servicio de don Juan de Zúñiga, maestre de la Orden de
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